A menudo, cuando estamos mal, pensamos que no vamos a poder levantarnos, que todo es oscuro y difícil, que nunca volveremos a estar bien. Afortunadamente siempre hay manos que ayudan, oídos que escuchan, abrazos que curan, amigos que entienden tu lucha, la que sea. A veces esos amigos nos joden el día con su sinceridad, rompiendo esquemas, destrozando teorías, pero están ahí, para levantarnos a golpe de carcajadas o collejas.
Y gracias a ellos vuelves a levantarte y mueves montañas.
Va por ellos, aunque me hagan llorar, a ratos de risa y otros ratos a lágrima viva.
Llega la hora del sueño,
atraviesa el silencio un recuerdo,
se detiene ante mi y lo arrullo en mi seno;
lo miro de frente.
Quiero atraparlo y se va lentamente;
un olor, un sabor, un instante vivido.
Evoca mi mente también un sonido
una voz que me llama insistente.
Me despierto en estado semiinconsciente.
Ya no está, ya se ha ido.
Sigo en vigilia esperando el siguiente.
Esta mañana, una conocida red social, me recuerda esta foto.
Recordar ese paseo al solecito, se me antoja hoy doloroso; poder recorrer el empedrado de esa universidad Laboral, que es un espacio maravilloso, caminar libre, todo lo que ese día disfruté, pero sin saber que tres años después no iba a poder ni salir a la calle.
Echo de menos ese lugar y otros tantos de esta maravillosa ciudad; mi trabajo, mis clientas, mis vecinos, mi playa.
Volveré, a todo ello, volveré aunque ya no sea la misma.
MI LUGAR EN EL MUNDO
Hace tres años hacía sol en Gijón y era fin de semana
un día cualquiera de Abril que hoy parece imposible
pasear y dejar que la luz ilumine mi cara
deambular por espacios abiertos disfrutando mis pasos
añorar un recuerdo que fue y está grabado en mi alma
ese espacio, ese tiempo, el lugar, el sentir, la mirada,
Debe estar conectado para enviar un comentario.