Después de veinte años trabajando en comercio, os podría contar miles de historias referentes a la compra/venta de regalos. Pero este post de hoy va dedicado a los señores que compran regalos para sus parejas mujeres. Hago esta especificación porque los señores que compran regalos para sus parejas hombres, no tienen nada que ver con lo que hoy nos ocupa.
Este post de hoy es una queja, o una sugerencia, o una idea, o un tirón de orejas, no lo sé muy bien. Lo que si sé, es que hay un patrón que se repite y que he comprobado a lo largo de estos veinte años, y si alguno de vosotros me lee, por favor, hacedme un poquito de caso y vuestra vida de pareja mejorará considerablemente.
Cuando trabajaba de florista era muy sencillo, o entraban a por un ramo de rosas o a por una corona, no había muchas mas opciones. En el segundo caso no había sugerencia posible. Eran muy pocos los que se aventuraban a comprar una planta o alguna flor, que si bien tenía menos valor que las rosas, quizás guardaba mucho más significado.
En la tienda de decoración, sobra decir que si entraban a por un regalo, siempre sugería algo personal, pero si el interesado se empeñaba en llevar cualquier artículo para la casa, yo le compadecía y envolvía el regalo con mi mejor sonrisa pensando:
-¡Pues va a ser que hoy no follas amigo!
Naturalmente también compadecía a la receptora del regalo.
Y por último en la joyería. Ahí pensaréis que está muy fácil. Pues no!
Hay un espécimen raro, muy raro, que sabe lo que a su pareja le gustaría, de qué marca es, y hasta la talla. ¡Si señores, también hay tallas!
Los anillos se miden por tallas. Incluso alguno, me trae el anillo de ella, para que yo lo mida. Estos son contados pero para comérselos.
Pero la gran mayoría, se divide en dos tipos que merecen mención.
Al primero lo define esta frase:
-«Escoge tú que tienes mas gusto y si no le gusta que lo cambie.»
De lo malo me dejan a mi el dudoso honor de escoger el regalo para su pareja, una señora a la que no conozco de nada, y que probablemente vendrá a cambiarlo pensando que la dependienta quiso timar a su marido vendiéndole lo peor de la tienda.
Y el segundo es aquel que no encuentra nada que le guste a el, a su mujer, a su bolsillo, etc…, y remata con un:
-«Prefiero ir a lo seguro así que la traigo y que escoja ella lo que quiera porque yo nunca acierto.»
A estos los estrangulaba con el lazo de envolver los paquetes.
Si nunca aciertas es porque no la conoces en absoluto, o no la escuchas, o no la miras a los ojos, o no la acaricias.
Y luego hay un tercer eslabón perdido que directamente envía a su madre a comprar el regalo para su pareja. Estos no puedo calificarlos lo siento.
He hecho una pequeña encuesta, entre mis amigas y sus respuestas han sido de lo mas instructivo. Ahí tenéis algunas sugerencias por si en algún momento os apetece dar un vuelco al corazón de la persona amada.
Nos sirve:
-Un finde de relax en pareja.
-Un par de horas en un spa.
-Un curso de surf o similar.
-Una carta de amor.
-Un perro, un gato o cualquier mascota que nos guste.
-Un picnic a solas.
-Una fiesta sorpresa con la gente que mas queremos.
-Cualquier pequeño detalle sin venir a cuento.
-Un libro firmado de nuestro autor favorito.
-Una piedra de la playa por la que paseamos la primera vez.
-Una pulsera de hilos de colores de esas que pides un deseo y hay que conservar hasta que se rompa.
-Una cena hecha por vosotros.
…
Como podéis comprobar, no hace falta mucho dinero para la mayoría de los regalos de esta lista. Son cosas simples escogidas con mimo y mucho amor. Detalles que valen más por su significado que por su valor económico. Sólo es necesario poner atención en la persona que tenéis al lado.
Mirarla y verla.
P.D. Nosotras también metemos la pata con los regalos, pero ese tema lo dejo para otro día.
El menor regalo siempre es el mas sencillo, puede que elaborado, pero sencillo. Me quedo con el pícnic!!!
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🙂 Tomo nota, porque me parece tu escrito como un libro abierto, despejando incógnitas. Un saludo!
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Me alegro de servirte de ayuda, despejando tus incógnitas y aportando ideas. Gracias por venir. Besines
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Y yo soy quien siempre ayuda y soluciona la vida al resto? Y tú qué haces sino lo mismo? Eres un encanto, nos das consejos a los hombres que andamos perdidos, pero tienes razón en algo. Lo material es mejor comprarlo juntos en cualquier momento, y el mejor regalo es aquél que no se puede tocar, aquél que se puede sentir. San Valentín siempre me pareció un día hecho para consumir, y siempre me negué a comprar nada por ese motivo. ¿Por qué tengo que querer a mi mujer sólo el 14 de febrero? Me niego, yo quiero quererla los otros 364 días también. Por eso los últimos años (más de 10) le he regalado algo que le haga feliz, algo que le haga única, un poema, sólo para ella, una cena (dentro de mis limitaciones), o una noche para los dos solos, donde ella era la protagonista principal. Algo así como los consejos que has dado en la encuesta a tus amigas. El problema es que hay alguna que gusta más de lo material, y ese hombre está perdido, jajaja. Besitos Anita. A medida que avanzo en tu blog más me gusta
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Si es que tus comentarios son mas largos que mis post!! Ya sabía yo que tu eras de los que acertabas con los regalos. No podia ser de otro modo. Y tu mujer tiene una suerte infinita!!!
Eres una maravilla Oscar de mis amores!!!
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Perdón, me pongo a escribir y no tengo medida, je je je.
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Cuantas tarjetas de regalo vende el Corte Inglés!!! Los regalos deben ser valiosos. Cuanto más valiosos mejor. Y si son valiosos lo son por lo que cuestan… de pensarlos, de escribirlos, de hacerlos o de buscarlos. Y no hablo del precio, en absoluto.
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Te entiendo perfectamente. El regalo son las manos que lo entregan no es así?? Hay una fábula muy bonita que te contaré un día acerca de eso. Besazos
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Me encantará saber esa fábula Ana.
Las manos!!! Eso es lo mejor del regalo, sin duda!!!
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Una carta de amor. De esas nunca me canso. Tengo un baúl lleno de ellas. Y no cuestan nada más que la tinta y el papel y el valor es incalculable. Tan fácil que es, no? Mi Anita…
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Esta mañana he leído una carta. Era una carta moderna, de esas que llegan por correo electrónico, que me hablaba de una visita de alguien que viene de muy lejos y hará un largo viaje para abrazarme. Me ha emocionado solo la idea de verla en persona…..
Seguro que sabes de quién hablo….
Te espero impaciente.
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Son dos las impacientes… Me pregunto a dónde irán a parar estas cartas modernas, electrónicas… Al espacio sideral? A lo etéreo? Al infinito y al más allá? Eso sonó a Toy Story…
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Al rinconcito de la memoria donde guardamos las cosas especiales. Y de ahí, al país de nunca jamás!!
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🙂
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Soy afortunado. A mi esposa no le gustan ni las flores (“porque se mustian pronto”), ni las alhajas (“porque tiene demasiadas”). Mis regalos se agregan a la lista de pequeños detalles (pero serían inentendibles si los narro, además de indiscretos). Gracias, Ana, por poner de manifiesto todo este tema que casi siempre queda como un “enlatado”.
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Gracias a ti por venir siempre y dejarme unas palabras. Muchos abrazos Fabio!
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Me es difícil dejar de pasar por tus páginas, aunque sea a dar una vichadita. Siempre me quedo más que un instante; un minuto que más bien parece un largo y cálido rato.
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