CONTIGO APRENDÍ

Un domingo más, frente al tradicional vermú, me siento y reflexiono. Hoy lo hago pensando en mi madre

Recuerdo a mi madre cocinando en la vieja cocina de leña que había en mi casa cuando era una niña. Mi madre y la cocina van unidas siempre. Por eso uno de los deseos más recurrentes de mi madre durante este encierro es volver a comer todos juntos en su casa.

También va unido a la imagen de mi madre el trabajo duro, toda su vida ha sido una trabajadora infatigable. Lo sigue siendo aunque ya no esté en activo.

Mi madre trabajó en el campo cuando vivíamos en el pueblo. Allí la recuerdo con la espalda quemada por el sol recogiendo hierba durante los meses de verano o con los pies pingando en pleno invierno.

De ella aprendí que la hospitalidad es una obligación moral. También aprendí la honradez, la honestidad, el hacer lo que hay que hacer, la humildad, la tolerancia, el amor propio y muchas cosas más.

Aprendí que ser madre no es controlar y acaparar la vida de los hijos, sino dejarles la libertad para equivocarse y se ha tenido que contener mucho porque nos hemos equivocado una buena cantidad de veces. Aprendí que hay que estar siempre para los hijos aunque la hayan liado parda.

Aprendí también el valor de la familia, el optimismo, el disfrutar de la vida. Me enseñó a cocinar, a planchar, a lavar; lo intentó con la costura pero ahí no fui buena alumna, lo reconozco.

Mi madre es mejor abuela que madre y eso sí que es difícil porque como madre es perfecta.

Me enseñó que nunca es tarde para coger la maleta y cambiar de vida si la vida que tienes no te gusta.

Mi madre tiene un corazón muy grande aunque ahora necesite ayuda para latir.

Mi madre no tiene defectos. Es perfecta. Y la adoro.

Para ella va esta entrada de hoy.

Felicidades mamá.

Ana Fernández Díaz

Autor: Ana Fernández

Jamás olvidaré lo que soy

25 opiniones en “CONTIGO APRENDÍ”

  1. Por un momento pensé que hablabas de mi madre, con el mismo cariño, dedicación, incluso su corazón cansado delante de la cocina de leña…
    Con ella aprendí a cocinar, a cuidar de mis cosas, de mis mascotas, me enseñó ganchillo, calceta y a confiar en mí, forjando a mano los cimientos sobre los que me levanto.
    Tu madre lo ha conseguido, te ha guiado para ser la buena persona que ya eres, la que guiará a su nieta en el buen camino…
    Feliz día, querida amiga y enhorabuena a tu madre de mi parte🌹🌹🌹🌹🌹

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    1. Creo que todas esas madres que cocinaron en cocina de leña se parecen. También hubo ganchillo y calceta, pero las labores no eran ni son mi fuerte. Han sido todo un ejemplo. Espero que algo de ellas se nos haya quedado.
      La tuya no lo hizo nada mal tampoco. Besos mil y gracias 😘😘😘

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  2. Lo primero que veo ya me gusta, el título que has puesto a tu entrada.
    Voy leyendo y es maravilloso ver todo lo bonito que le puedes decir a tu madre, todo ese amor que aún se lo mandas aunque sea por teléfono haciendo sonar tus besos en estos momentos que físicamente es imposible hacerlos rozando su frente o su cara.
    Es maravilloso que se lo digas y se lo dediques ahora, el tiempo pasa más deprisa de lo que quisiéramos y el amor hay que demostrarlo y decirlo en vida.
    Ole por tu madre tan estupenda y ole por ti.
    Un besito a las dos💝😘

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    1. Las madres son todo eso y más. Nos dieron la vida y se la debemos. Me consta que muchas de ellas siguen guiando nuestros pasos aunque ya hace tiempo que decidimos volar solos.
      Un abrazo y feliz día a ti también 💙

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      1. Si lo son Anita y aunque se hayan ido lo siguen siendo siempre.
        Esos recuerdos maravillosos de tanto que dan y han dado que no se olvidan.
        Yo recuerdo mucho todo de la mía, su aroma dulce, el tono de su piel, su mirada, sus palabras tan sabias…
        Pero lo mejor su gran capacidad de amar, en eso era campeona.
        Lo qué daría por un abrazo más…
        🌹😘💝

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