Dia 2
Portomarín- Lestedo 21 kms
Salida de Portomarín a las 8 con un ibuprofeno después del desayuno. Bajar la cuesta desde el hotel al comienzo del camino se me ha antojado un suplicio.
La cadera siguen dando guerra y la ampolla resquema un poco pero el amanecer en Portomarín merece eso y más.
Esta estapa ha sido muy llevadera aunque a los dolores se han ido turnando para hacerla más emocionante.
En la zona más soleada y dura, me alcanza un grupo de escolares Sevillanos y camino varios kilómetros casi sin darme cuenta mientras nos contamos nuestras vidas.
Parada para tomar un zumito a las 11.
Levantarse de la silla es una bajada a los infiernos.
El camino se torna llano y agradable entre brisa fresca y cientos de peregrinos en fila india.
Una subida a pleno sol ameniza la mañana, a la que sigue una bajada que me destroza los gemelos.
Nota:
Las bajadas son infinitamente peores que las subidas, (jamás pensé que diría esto).
Escondido entre árboles encuentro el paraíso, el Bar Trisquel, que me ayuda a sobrellevar el sufrimiento con una deliosa ensalada.
Después del refrigerio, últimos 5 kilómetros en terreno llano como la palma de la mano.
Lestedo nos recibe con los brazos abiertos, o en su defecto con una cerveza. El sitio es un remanso de paz.
Ducha refrescante y soy otra persona. Me veo hasta la piel como de porcelana y ni rastro de mis ojeras…..la cerveza se me ha subido a la cabeza.
«El camino engancha», no me han dicho desde qué etapa engancha.
A descansar
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