EL CAMINO II

Dia 2

Portomarín- Lestedo 21 kms

Salida de Portomarín a las 8 con un ibuprofeno después del desayuno. Bajar la cuesta desde el hotel al comienzo del camino se me ha antojado un suplicio.

La cadera siguen dando guerra y la ampolla resquema un poco pero el amanecer en Portomarín merece eso y más.

Esta estapa ha sido muy llevadera aunque a los dolores se han ido turnando para hacerla más emocionante.

En la zona más soleada y dura, me alcanza un grupo de escolares Sevillanos y camino varios kilómetros casi sin darme cuenta mientras nos contamos nuestras vidas.

Parada para tomar un zumito a las 11.

Levantarse de la silla es una bajada a los infiernos.

El camino se torna llano y agradable entre brisa fresca y cientos de peregrinos en fila india.

Una subida a pleno sol ameniza la mañana, a la que sigue una bajada que me destroza los gemelos.

Nota:

Las bajadas son infinitamente peores que las subidas, (jamás pensé que diría esto).

Escondido entre árboles encuentro el paraíso, el Bar Trisquel, que me ayuda a sobrellevar el sufrimiento con una deliosa ensalada.

Después del refrigerio, últimos 5 kilómetros en terreno llano como la palma de la mano.

Lestedo nos recibe con los brazos abiertos, o en su defecto con una cerveza. El sitio es un remanso de paz.

Ducha refrescante y soy otra persona. Me veo hasta la piel como de porcelana y ni rastro de mis ojeras…..la cerveza se me ha subido a la cabeza.

«El camino engancha», no me han dicho desde qué etapa engancha.

A descansar

MI CAMINO, EL NUESTRO

Diario de ruta

Este año para mi cumpleaños he pedido un regalo especial y la divina providencia ha tenido a bien concedérmelo.

Desde hace varios años tengo el deseo de hacer el Camino de Santiago, si no entero, al menos una parte y este año por fin ha podido ser.

Día 1

Sarria-Portomarín

22 kms de nada.

El primer tramo es simplemente mágico transcurriendo entre robles y estrechos caminos. El día promete un sol de justicia pero aún el fresquito de la mañana permite llevar un buen paso aunque las subidas y bajadas no dejan que sea constante. Paradas varias a la sombra y descanso a medio camino para un tentempié.

Mientras me como un bocata de tortilla alguien ha debido llenar con piedras mi mochila porque ahora pesa siete veces más. Una ampollita incipiente empieza a tocarme la moral.

Continúa la ruta.

El sol aprieta de narices ya y la mochila empieza a rozar los hombros. Mirando el mapa compruebo que aún quedan 8 kms. El camino es duro, eso ha de quedar claro.

Por cierto, va lleno de peregrinos, que en su mayor parte sólo llevan una mini mochila y parece que van de excursión.

A 5 kilómetros de Portomarín me pregunto quién coño me habrá metido está idea en la cabeza.

Los últimos 4 transcurren por una pista de asfalto que quema y sin un mísero árbol que nos alivie.

Llegada a Portomarín a las 14:45.

Después de 22 kms hay que subir unos 50 escalones que se me hicieron 500. Pero lo peor estaba por llegar porque el pueblo es todo cuesta arriba.

El hotel es el último de la última calle….

Mi cadera necesita una prótesis.

Menos mal que en lugar de un porteador me he traído mi propio personal sanitario en previsión de lo que pudiera pasar.