EL CAMINO VI

Día 6

Amenal-Santiago 15 kms.

Ante la imposibilidad de encontrar alojamiento en Pedrouzo –el concierto de Leni Kravitz en O monte do Gozo tiene los hoteles al completo–, salimos de Amenal donde pernoctamos.

Amanece empedrado como las calles de Santiago.

La noche ha sido larguísima porque un visitante inesperado decidió aumentar la dureza del peregrinaje en forma de mosquito trompetero picando a destajo.

Salida a las 8. Se prevé lluvia, de manera que salimos pronto para no coger el chaparrón.

Poco despues de salir rodeamos el aeropuerto de Lavacolla donde el ruido de los aviones impresiona desde tan cerca. Y empieza la subida alternando bosque de eucalipto con rampas de asfalto.

Sorpresivamente el sol hace su aparición desde bien temprano y nos acompaña sin miramientos. Tras varias cuestas que nos «cuestan» la vida llegamos al Monte do Gozo.

El gozo es llegar y ver el monumento y a lo lejos, la torre de la catedral, a la que llegaremos después de bajar otro tanto como hemos subido.

Esta estapa parece una auténtica romería, llena de gente y aunque, al principio subimos en silencio algunos ratos que invitaban a meditar sobre todo el camino recorrido y sobre importantes cuestiones vitales, hay otros momentos que nos acompañan pandillas de jóvenes con altavoces escuchando «mierdetón» a todo volumen. Está claro que el camino no es igual para todos.

La bajada del monte es una empinada rampa sobre asfalto que invita a pensar en que lo mejor sería echar a rodar para dejar de sufrir.

Entramos en Santiago enfilando una larga avenida a pleno sol; no han faltado en ninguna etapa, los últimos metros con el astro rey haciéndonos compañía. Calles empedradas como el cielo del amanecer hacen el suplicio de los pies aún más suplicio. Entramos en el casco antiguo buscando ya la meta. 

Este trayecto ha sido tortuoso pero infinitamente más bello de lo que nunca pensaba. Se oye una gaita a lo lejos, señal inequívoca de que estamos en puertas. Dos calles más y ahí aparece el arco de entrada a la catedral.

En ese momento la gaita suena con fuerza llenando de emoción los corazones de los sufridos peregrinos.

Si, la entrada a la plaza es tremendamente emotiva. Hemos sufrido, llorado, reído y llegamos.

Majestuosa nos da la bienvenida.

Nos hubiera gustado entrar, pero la cola kilométrica nos hace desistir del intento. Decidimos ir a por la Compostela, documento que nos acredita como peregrinos.

Las riadas de gente son impresionantes y esquivando el bullicio buscamos la oficina del peregrino. Por si alguno de vosotros ha ido a Santiago, que sepáis que la cambiaron de sitio hace tres años. Vueltas y vueltas hasta encontrarla.

La verdadera peregrinación vino esperando por el documento. Una cola de más de hora y media. Diecisiete puestos de atención y sólo cuatro de ellos funcionando. Para el que no lo sepa, hay que presentar la credencial sellada en al menos dos sitios diarios.

Tras un par de preguntas salimos con la Compostela por la puerta.

Y el viaje no acaba aquí.

Con todo el chorreo de gente que hace el camino desde Sarria, llama mucho la atención y joroba aún más, que no haya un transporte directo desde Santiago a Sarria. El periplo pasa por un autobús de Santiago a Lugo que tarda dos horas, que nos permite ir viendo parte de los lugares que recorrimos y otro de Lugo a Sarria, media hora más hasta llegar.

Noche en Sarria y vuelta a casa hoy.

Este camino no ha sido fácil pero si, ha merecido la pena. Al contrario que la mayoria de la gente, os he contado la parte en que se pasa mal, lo que sufrimos, el dolor, eso que otros se callan. Pero hay otra que me quedo de experiencias personales preciosas.

Sólo os contaré una pincelada.

Una de las tardes más duras, nos costó encontrar alojamiento, habíamos ido a un centro de salud por las ampollas, llegamos a un pazo, el único donde había habitación libre. Tenía un gran salón y podíamos usar la cocina. Estaba vacío; sólo la chica de la limpieza que nos había dicho que la dueña no estaba y que llegaría más tarde. Estaba apartado de la civilización y lo único que nos podía ofrecer era la cama y tal vez desayuno. Agotados nos sentamos en el patio.

Habíamos comprado una empanada para cenar y algo de fruta.

Cuando la propietaria llegó –vivía en otra cercana– nos ofreció tomar algo. Sólo le pedimos un té. Nos trajo una gran caja de madera que nos dejó allí y se fue.

Abrimos la caja y estaba llena se sobrecitos de infusiones. A duo exclamamos:

¡Hala!

Y lloramos de emoción. Sólo necesitábamos eso para ser felices. Y fue un momento maravilloso.

A veces la felicidad está en un sobrecito de té, en el lugar más sencillo del mundo y con la persona adecuada.

Terminaré este relato viajero dando las gracias a la persona que me ha acompañado.

Este viaje ha sido un regalo, gracias por tu tiempo, por ayudarme a subir las peores cuestas cuando más hecha polvo estaba, por caminar a mi lado con los pies en carne viva, por sudar tinta y dejarte las caderas caminando conmigo y por esa última etapa cogido de mi mano de principio a fin.

Y gracias por esta experiencia que guardaré para siempre en mi memoria.

Buen camino

EL CAMINO V

Diario de ruta

Dia 5

Arzúa-Pedrouzo 24 kms

Amanece a las 7, o por lo menos el despertador suena a esa hora. Abrir la ventana y escuchar los pájaros es una delicia.

Desayuno y entre curas y trasvase de mochilas nos dan las 9, (a este paso no llegamos).

Salimos con la incertidumbre si carretera nacional o camino por el bosque. Arriesgar la vida o sufrir por el pedrero con la ampolla dando por el saco.

Tomamos la segunda opción siguiendo el consejo de la dueña del pazo.

El camino de tierra pisada y arboledas refrescantes nos dan la razón.

Apacible ruta, sin dolores reseñables.

Sin darnos apenas cuenta habíamos caminado ya 10 kms.

Paramos a comer a medio camino una de las mejores tortillas que he probado. Sigue la apacible ruta tras varias paradas para revisar caderas y pies.

Todo bajo control.

Contra todo pronóstico ha sido una jornada perfecta, quizás porque ya llega el final y se disfruta distinto.

Nuestros achaques evolucionan favorablemente.

Mañana llegaremos tras 15 kms de tortuosa subidas y bajadas. Veremos al santo y os contaré mis sensaciones.

El final está cerca y quizás el camino al final si que haya merecido la pena. Al final o desde el principio.

Toca descansar.

EL CAMINO IV

Etapa Melide-A Perouxa

20 kms

Esta etapa nos la hemos sacado de la manga. En teoría deberíamos terminar en Arzúa pero nos vinimos arriba y pasamos de largo.

Nos vinimos arriba pero sólo un poco porque he tenido que servir de apoyo a mi apoyo sanitario. Le salió una ampolla el mismo día que a mi pero la suya, gracias al famoso «Compeed» ya es del tamaño de Minessota.

A consecuencia de esto vamos por carretera porque las piedras son tortura china.

Hemos decidido llevar sólo una mochila por turnos y la otra enviarla por transporte. Por tres euros aliviamos un poco la tortura. Después de visitar el centro de salud de Arzúa, descanso en un pazo solitario pero precioso donde Cristo perdió las zapatillas.

El paraíso

Veremos a ver cómo continuamos mañana.

Del paisaje no os cuento nada porque ha sido un suicidio por carretera nacional entre camiones y coches a toda pastilla.

El que dijo que El Camino es una experiencia única fue el mismo que dijo que el dolor del parto se olvida en cuanto ves la cara de tu hijo.

«Siente el camino», lo que siento es dolor por todas partes y eso sí que os digo que nadie lo cuenta.

Mañana llegaremos a O Amenal

A descansar